Pero lo que me asustó no fue el corazón sino el sudor. Eso sí, creo que hacer el amor era algo maravilloso, sobre todo cuando yo era joven. No hablo por mí, claro, pero mucha gente que debe de tener mi edad, más o menos, disfruta todavía haciendo el amor, aunque yo no forme parte de ella. Abandonar a Carmencita es un episodio que me atormenta todavía. ¿Qué tenía? Y en ese mismo momento –había dado ya, siempre caminando despacito, una vuelta a la Puerta del Sol– tuve la seguridad de que la calle del Arenal, que tenía al frente, me llevaría en la dirección de mi casa. “Eres un pterodáctilo, un dinosaurio, un antediluviano”, me dice Osorio. Es un libro de personajes entrañables, de niños que aman a los conejos, de niñas de provincia que se escapan de su pueblo, de mujeres y guerrilleros, de un joven solo en la ciudad de Lima buscando su destino. Lima Gris conversó con uno de los editores más reconocidos de la ciudad del Cusco. A ningún joven madrileño le importa que desaparezcan los últimos cines de Madrid; jamás ponían los pies en ellos, se habían acostumbrado desde niños a ver las películas que ordenaban –si se puede llamar películas a esas imágenes que divierten a las nuevas generaciones– en las pantallas de sus ordenadores, sus tabletas electrónicas y móviles. Lo hace por fastidiarme. Supongo que, en parte, ese discurso antisistema es lo atrayente de Bolaño, ahora que es industrializado en Alfaguara. Subí aquellas gradas muy despacio, parándome unos segundos en cada escalón, animado por una alegría íntima, que, sin embargo, contenía los latidos de mi pecho; con el esfuerzo, se me había agitado mucho el corazón. Me sequé la cabeza con insistencia, pasando la toalla por mis pelos una y otra vez, recordando una vez más que mi abuelito, en la noche perdida del tiempo, solía decirme que no era bueno dormir con la cabeza mojada, porque me podía volver loco. Sabía perfectamente que, bajando por esa callecita encontraría, en la esquina y a la derecha, la Plaza de Isabel II, y que de allí arrancaba la callecita de mi casa. No hacer nada, estar ahí, fantaseando, gozando del solcito tibio, cantando o contando chistes. Y, sobre todo, que hombres y mujeres pudiéramos durar tanto conservando la lucidez y disfrutando de la vida, incluido el sexo. Ahora tengo la seguridad de que el sexo ya no representa tanto como cuando uno, en aquellos lejanos años, iba poco a poco venciendo los tabúes y veladuras que rodeaban el amor físico y llegaba por fin al acto sexual como quien llega al paraíso. Y rematé todo aquello con un vientecito rápido, secreto, que a nadie molestó. No estaba asustado, solo adolorido. Me parece muy grato llegar al Cusco y saber que no solamente estas participando en un stand en la FIL del Cusco con tu sello ‘Sieteculebras’, sino que el día sábado (5 de noviembre) vas a recibir un reconocimiento por tu labor dentro de la literatura. ), la Marlborough, de Madrid, exhibía bajo el título Arte para la fantasía y la imaginación unas pinturas inmateriales del famoso Emil Boshinsky. Luego lavé en la ducha el calzoncillo con jabón y lejía hasta que quedó limpio también y lo colgué con un par de ganchitos en la barrita de la ducha para que se secara. Tampoco imaginamos nunca que fuera tan común que las gentes llegaran a vivir cien años, y, sin embargo, ahí estamos buen número de bípedos para demostrar que no era inalcanzable. Donde se desfalca el estado de supervivencia animal, sea por el clima y su degradación, o la dura violencia que se respira, surge el deseo de materializar estas inquietudes desde la carga de una historia. Ya le he hecho llegar a Shakira que tengo las pruebas de cuándo, cómo y dónde la engañaste", ... "El arte de la literatura es dar cuenta de lo invisible" 11/01/2023. Después, cuando yo les pregunté por qué se preocupaban tanto por las cremas, los ungüentos, los afeites, los noté incómodos, como si hubiera violado un terreno íntimo. Por supuesto que yo no les creo, por más que haya tantos científicos, algún nobel entre ellos, que dicen haber comprobado tras muchas pruebas de laboratorio que la combinación de papel y tinta impresa es tan maligna como la del tabaco y el papel cuando los cigarrillos existían y mataban a generaciones de fumadores de cáncer de garganta y pulmón. En otras palabras, somos unos esclavos más o menos felices y contentos con su suerte. Hizo toda una lista que lo dejó para el cambio de gobierno y ahí vino el conflicto“. Y el viejecito se llevaba un dedo a la sien y se reía, imitando a Napoleón, que al parecer perdió el juicio en Santa Elena. Creo que cuando supe la verdad ya nunca más fui feliz. Su obra juvenil -que influenció a Sergio Galarza, Óscar Malca, Richard Parra, entre otros tantos autores-, y que dibujó a un Reynoso juvenil y escolar (o, mejor dicho, comprometido con la escolaridad, es decir, con la infancia) no es el único Reynoso. Me limpié la cara con las manos y luego con el pañuelo y finalmente con la misma sábana; pero era inútil porque el sudor brotaba casi de inmediato y me volvía a mojar la frente, el cuello y ahora sentía que bajaba y me había tomado también el pecho, la espalda y hasta las piernas. Los “desequilibrados” son pacíficos y no creo que maten ni a las moscas. Aproveché y subí. Fui a mi cuarto y no me puse el pijama que tengo doblado bajo la almohada de mi cama. En algún momento habría dado la vuelta y rehecho el camino que hice en la mañana. Las reglas del mercado no favorecen la poética. Era algo que yo reconocía ya hace tiempo, aunque en secreto. Un gran logro, sin duda, ojalá sea cierto. La Casa de la Literatura Peruana, también conocida como CASLIT, es un espacio cultural que se encuentra en lo que antes fuera la Estación de Desamparados, una vieja estación de trenes que antes permitiera la comunicación entre Lima y Huancayo. Era el final. Hice la cola y tomé unos buenos tragos de agua fresca que me sentaron muy bien. Lo que las religiones serias hacían con elegancia, belleza, complejidad intelectual, ahora es monopolio y ganapán de pícaros, hechiceros de tres al cuarto y analfabetos. Era una ilusión bonita, hecha de ritos, de cantos, de incienso, de frases en latín que, como no las entendían, a los fieles les parecían sabias, celestiales, alusiones a vidas perfectas, heroicas y marcadas por la pureza, la inocencia y la paz interior. Ella nunca me perdonó, por supuesto, jamás pude amistarme con ella, y, para colmo, Carmencita se casó con Roberto Sanabria, mi mejor amigo hasta entonces. (A mí hace como dos años que no me ha vuelto ese cáncer de la sangre.) Me toqué los ojos y había dejado de llorar. Había sido una aventura. Probablemente en la Plaza de Isabel II encontraría algunos borrachitos. Ahora se dice que el Vaticano también va a declarar que el cielo solo existía como algo simbólico y metafórico, pero que, en verdad, tampoco existe en un sentido tangible y material. En este video te mostramos cómo encontrarnos. Las figuritas saltan de las pantallas, te miran a los ojos, se te sientan en las rodillas, se esconden debajo del sofá. Esa noche sí. Sabía que podía caminar, pero, eso sí, despacio, alargando las piernas, la derecha, la izquierda, sintiendo algunos calambres, la derecha, la izquierda, pero con la confianza que me daba haber recuperado la memoria y saber perfectamente dónde estaba mi casa. Lo que resulta bastante positivo para saber qué la obra de este autor se mueve, se cambia, se vende, se pierde y encuentra: ese movimiento dice mucho de la vida de este libro. Ya me olvidé del nombre de aquella mujer por la que abandoné a Carmencita; volverá a mi memoria, sin duda, aunque, si no volviera, tampoco me importaría. Y sin embargo, su descripción de la Luna como una "magnífica desolación" es una de las más citadas en la literatura de la exploración espacial. Al principio, me miraron con desconfianza, aunque sin hostilidad. En cambio, de Carmencita, mi mujer por varios años, me acuerdo muy bien. Se llamaba la calle de la Flora, por supuesto. Nuestro acuerdo solo es llamarnos todas las mañanas para saber si alguno de los dos se ha despedido de este mundo y dar parte a la policía, para que desaparezcamos en el fuego. Murcia. Y de la Puerta del Sol salían muchas calles, en todas las direcciones de Madrid. Estamos en un simposio del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), celebrando … Me palpé de manera disimulada y tuve la impresión de que nada me había ocurrido ni en la cabeza ni en el cuerpo. Disimulando, como si la turbación que sentía pudiera ser advertida por la rala gente que pasaba, me acerqué a la esquina y observé atentamente el letrero que colgaba en lo alto de la pared: Plaza Jacinto Benavente. Pero, aunque nunca le di la razón, en los argumentos de Osorio hay una deprimente verdad: vivimos en un mundo en el que lo que antes llamábamos arte, literatura, cultura, ya no es obra de la fantasía y la destreza de unos creadores individuales sino de los laboratorios, los talleres y las fábricas. Respiraba sin dificultad, no tenía frío ni hambre ni sed. Las instaló en sitios muy vistosos, la Torre de Pisa, el Arco de Triunfo, la Estatua de la Libertad y hasta envió una de ellas a la luna en una nave espacial de la NASA. Y corrían leyendas ridículas, como que, a la salida de los toros, los aficionados ¡a veces linchaban gentes! Las estadísticas dicen que las clases medias son el ochenta por ciento de la humanidad. El mundo será un museo de esos que te gustan.” A veces, mi amigo Osorio suelta semejantes idioteces solo para irritarme. Sentí un escalofrío que me hizo temblar de nuevo de la cabeza a los pies. sabría si existía Dios, si teníamos un alma que sobreviviera a la desaparición de esa energía corporal que tenía a mi corazón latiendo y a la sangre corriendo por mis venas, o si en el futuro solo habría silencio y olvido, una lenta descomposición del organismo, hasta que las lenguas del fuego extinguieran esa carne sucia y mojada que ya comenzaba a pudrirse cuando la quemaron. Tuve la sensación de que ese lugar, donde había mucha gente y además placas, un reloj, banderas, policías y entradas y salidas del metro, tenía que ser importante. Desde que entré sentí tanto asco que me dieron ganas a mí también de arrojar el alma en aquellos pudrideros. No sería raro que acabara con nosotros, los humanos. Parecía imposible y sin embargo ocurrió: la Iglesia comenzó a ordenar mujeres y nombrarlas obispos, autorizó que los curas se casaran, como los pastores protestantes, y el papa en persona celebró un matrimonio gay en la mismísima basílica de San Pedro. En Madrid aquella despedida fue pacífica. “Qué te importa que las quemen”, me dice Osorio, siempre defendiendo lo que él cree la vanguardia política de nuestro tiempo, “si todos esos libros, revistas y periódicos están ya digitalizados y los puedes consultar cómoda y asépticamente en las pantallas de tu propia casa”. ¿Qué diferencia hay entre verso y prosa? Nada de eso me exaltó ni alegró. Caminar por la estación desamparados me despierta la memoria, recuerdo cuando niño la primera vez que llegue allí, fue en busca de un viaje a Chosica con mi familia, tenía siete años, era totalmente distinto todo, la palabra tren me emocionaba y me hacia imaginar estar en una nave de hierro, era como un juguete gigante, que al escuchar el silbido lejano y el motor … Como recortes de existencia, la introspección como tropo, funcional dentro del espacio de significaciones entre opuestos, luz, poesía, sueños podridos, relativiza operaciones de cambio de escenario, revela las instancias de decisión bajo el impacto de cambios históricos, personales, en el resultado de cuestiones poéticas, individuales. Estuvo muy amable. Reservar (Quedan 20 plazas) Este curso pretende poner en valor la sostenibilidad y circularidad en la moda de la mano de personas expertas y a través del desarrollo de … Me imagino que por culpa de la pandemia no ha habido los fondos suficientes para esta edición porque no se han invitado a tantos escritores internacionales. Borges, Vargas Llosa, Bolaño, Reynoso no se me van de la mente. Existe pues una oposición entre dos mundos: el mundo interno de la casa de Aribau Me temo que al final ellos terminen por ganar la partida y que, al igual que Singapur, la primera ciudad paper free del mundo, también España y Europa entera acaben carbonizando sus libros, bibliotecas y hemerotecas privadas y públicas. Tomaría precauciones, andaría siempre con aquel documento encima recordando mi nombre y dirección y el teléfono de Osorio. Todas las noches, desde que cometí la locura de abandonarla, pienso en ella y me asaltan los remordimientos. Al respecto de la futura candidatura de Antauro Humala, el poeta no vacila en responder que los ciudadanos peruanos cada vez que van a las urnas crean un mundo muy parecido a las novelas de García Márquez: “Estamos en el país de las maravillas, aquí todo es posible”. Aquí la entrevista completa con José Córdova. Si bien el título nos habla de una historia y de prosa, el aliento lírico nos da la factura de una entrega en las dos orillas. Así, el tono de esta poesía es desgarradora y sincera: destruye cualquier artilugio donde pueda yacer el yo poético para, en digna embestida, mostrar una realidad decadente. He olvidado mi llave. El poeta, desde su visión crítica cree conveniente que la FIL del Cusco permanezca en la Plaza Mayor, porque es ahí donde se puede revalorizar aún más a la literatura peruana, y sobre todo la cusqueña. Pero, ahora, el objetivo de los adolescentes inconformes es que el planeta entero se alimente solo de frutas y verduras. “Esto es vida”, afirmó uno de ellos. “¿Tenemos que dedicarnos también a expulsar diariamente nuestro semen?” No entendí qué quería decirme, pero, al parecer, sus compañeros sí, pues todos sonrieron al oírlo, como si me hubiera derrotado. La cena me impresionó mucho, es cierto, no por la comida, nada del otro mundo, sino por los hologramas. Lima Gris llegó a la ciudad imperial para cubrir todos los días de la novena edición de la Feria Internacional del Libro (FIL) del Cusco, donde pudo conversar con el escritor y editor Mario Guevara, quien nos habló sobre la movida literaria de su ciudad y cómo se encuentra en un segundo plano, a comparación de los escritores de la capital. Pero, en esta última, la Filosofía comparte el departamento académico con Teología y Cocina. (La última vez que hice el amor sin ayuda química fue hace unos diez años, creo, o por ahí, me parece.). Es decir, de las malditas maquinitas. La mezcla de poesía y verso se ve en poetas clásicos como Rubén Darío, que hace una sección de cuentos en su obra Azul; o, en nuestra localidad, César Vallejo, desarrollando una obra llamada Poesía en Prosa. Entonces sí que perdieron las buenas maneras. En cada visita le dediqué varios minutos a visitar sus distintos … Yo sospecho que la Iglesia católica selló su partida de defunción cuando comenzó a modernizarse, cuando ese bastión del machismo y conservadurismo, intolerancia y dogmatismo que fue antaño, empezó a relajarse, a resquebrajarse, a hacer concesiones a los curas y laicos progresistas. Pensé: “¿Ha sido un día perdido?” No, no lo había sido. Mi pobre madre, que en paz descanse, cuando escuchó estas noticias y vio la escena en la tablilla digital lanzó un grito desgarrador y perdió la conciencia. El sol estaba muy alto en el cielo y debía ser pasado el mediodía. Su defensa del ascetismo no estaba inspirada en la fe religiosa, sino en una moral laica, o, sorprendentemente, en la higiene. Creo que solo una cosa hice mal en la vida: abandonar a Carmencita por una mujer que no valía la pena. Ahora tendría que hacer lo mismo. Probablemente. Haciendo memoria, Reynoso también se me presenta en el parque de Huancayo, allá por el año 2013 en una Feria del Libro, donde fuimos junto a Omar Livano -poeta tajador- y su novia de entonces; y Nelcy, una amiga que estudiaba inglés y de reynosiana sensibilidad. Limpiarme con cuidado, lavar con lejía el calzoncillo y el pantalón llenos de mierda. ¡Créeme! El yo subjetivo de los poemas de Ciudad lila de Julio Barco, como un apartamiento del habla adquiere formas lexicales de diversos orígenes; la sangre del poeta es la vivencia de la ciudad, Lima, para el caso, homenaje a un cuerpo presente que late con el cotidiano de su estar, que no oculta sus referencias y permiten expresar lo corporal, los sentimientos y el rigor intelectual desde una focalización en una flotación de las imágenes con énfasis en trazos panópticos que tienden a denotar una interioridades reflexivas, mientras la ciudad acontece. Hay estudios científicos y militares al respecto. ¿Qué quieren? Desde Arequipa, una entrevista con el director del sello editorial Cascahuesos. Por estos motivos, lo agregué a la antología Andenes de la Nueva Lírica Peruana[1] En Pequeña novela posplástico se explora el eterno divagar de un joven en la ciudad moderna. Pero ahora estaba tranquilo. Aquel vientecito fue largo, pero tan discreto que apenas lo sentí. Este fue el idioma en el que hablamos, con algunas frasecitas de cuando en cuando en inglés, italiano o francés. El conocido Museo de la Literatura. Funcionaba muy bien y, una vez que la caca desapareció y el retrete estuvo otra vez limpiecito, solté la ducha y calculé que saliera el agua tibia y me bañé, limpiándome las piernas y el trasero con cuidado, hasta comprobar, una y diez veces, que tanto mi trasero como mis piernas quedaban impecables. La ciudad, las influencias, la necesidad de la escritura, participan de un conflicto ancestral que enfrentan los poetas, escritores, aquello indecible, la función referencial del lenguaje para dar cuenta de lo que significa el yo interior, el estar, la expresión fundante de la identidad, la simbiosis con la realidad. Nunca me había sucedido algo así. ¡Cuatro librerías! Yo tengo esa sensación desde que desaparecieron los periódicos. Estoy muy cansado. Hubo un tiempo donde se lo robaron, así que pusieron un segunda que ya nadie pudo robar porque llegó la pandemia y el bar fue clausurado. La economía funciona gracias a la empresa privada y a la economía de mercado, a la competencia, por supuesto. Y hay que espantarlas con delicadeza para que no te llamen la atención los vigilantes o te pongan una multa por ser desconsiderados con esos prójimos “de sangre caliente”. Siempre lo consigue, por supuesto. La orina del zorro apesta y en esas semanas se vio a mucha gente en la calle con arcadas o vomitando, descompuesta por el mal olor que todo lo impregnaba. Porque el olfato es algo que yo he perdido hace tiempo. Me parece que esta es la última vez que lo organiza la DDCC, ya que actualmente hay una comisión de un grupo de editores que está viendo la organización de las venideras. Caja Negra), como en las novelas del alemán Herman Hesse, hay una exploración hacia lo místico, amplificando el viejo registro de lo real. La exposición se titulaba Esculturas para el olfato. Es el único episodio de mi remoto pasado que mi memoria no ha olvidado y que me atormenta todavía. Pienso que de acá a unos diez años va a salir una buena camada de narradores cusqueños. Objetivos y contenidos: Proporcionar una visión de conjunto sobre las crisis ambiental y climática. La visión. En ambos registros, manifiesta un poderoso esfuerzo por situarse en los márgenes, hablar desde un yo quebrado, expresar la mente rabiosa de ideas y laberintos personales. Hay en ellos una actitud desinteresada, de pureza y espiritualidad, todo lo que parece haberse extinguido en el resto de nuestra sociedades frenéticamente entregadas a trabajar, a producir, ganar dinero, y llenarse de maquinitas entretenidas. Recordaba que, poniéndome de pie y recorriendo ese par de calles, podría entrar a mi casa, luego de perder todo un día buscándola. Osorio me llamaría en la mañana, según el acuerdo que teníamos, y al no obtener respuesta sabría que había muerto en el sueño y daría parte de inmediato, para que viniera la ambulancia. Muchas veces había pensado apuntarla en un papelito que llevaría en todas mis salidas, pero nunca lo hice. Don Lucho, entre tanto, prendió un inca. Sí, por supuesto. Seguía sentado. ¿Cómo olería mi rededor? Recordaba este lugar e, incluso, pensé que allá, en la noche de los tiempos, había paseado por aquí, cuando caminaba o incluso corría en el Paseo del Pintor Rosales, que, por supuesto, estaba cerquita, en esa dirección. Hablar de la Casa de la Literatura es hablar de la Estación de Desamparados y su historia, la misma que comienza en 1870 con Vagamente pasó por mi cabeza la idea de que podía quedarme muerto de un síncope antes de llegar a mi cuartito y a mi baño. La idea que se hacen de la limpieza estos jóvenes es enfermiza y neurótica. Volviendo al tema. Las matanzas entre israelíes y palestinos siguen allí como demostración cotidiana de nuestra vocación autodestructiva. Así lo parecía al menos. Ninguno de ellos practicaba religión alguna, solo una chica confesó que, aunque no era seguidora de ningún credo, tampoco podía ser atea, pues creía en “un principio primero para todas las cosas”. Desde la Plaza Mayor de Lima es muy fácil llegar a la Casa de la Literatura Peruana. Pero a los pocos minutos me calmé: era una falsa alarma. ¿Qué tal? La extrañaba. Cuando el narrador del viejo Yo romántico (como Víctor Hugo, por ejemplo) cede su espacio al narrador omnisciente, y Flaubert determina que el recurso literario debe forjarse desde lo aséptico, la narrativa cobra una dimensión de relato sociológico. Hombre de ideas donde se mezclaba su conocimiento de la Historia Peruana, la Literatura Francesa, la Guerra entre Sendero y el Estado… Ese rey de los diálogos, la buena charla, las citas exquisitas y los comentarios profundos de política y toda clase de temas. Había sentido la muerte más cerca, pero no había sido una pérdida de tiempo. Me parece que es la Cámara del Libro del Cusco. Profundizar en las implicaciones y desafíos de las crisis ambiental y climática para … Ya habían cerrado la mayoría de los restaurantes, pero quedaba uno abierto, con dos parejas sentadas en las mesitas de fuera y pagando la cuenta. Desde que inauguraron la Casa de la Literatura Peruana hasta la fecha, he asistido a muchas actividades poéticas, presentaciones de libros así como disertaciones diversas. Espero no estar acá todavía cuando ocurra esa tragedia. No hay una política cultural para las revistas. Cuando le dije que me parecía una curiosa paradoja que los jóvenes hayan empezado a despreciar el sexo, es decir, a materializar lo que los curas querían inculcarnos cuando éramos jóvenes –aunque muchos curas lo practicaban a escondidas al derecho y al revés, sobre todo al revés–, precisamente cuando las religiones comienzan a encogerse como pieles de zapa, Osorio me rectificó: “Se encogen las iglesias, no la religión.” Tuve que darle la razón. ¿Qué hubiera sucedido si les decía que me horrorizaba la prohibición de las corridas de toros? No soy un antediluviano en todos los sentidos, por lo demás. Justo por estos días, a nivel Perú, hubo una polémica sobre Reynoso y la venta de sus libros para ser editados en Alfaguara. Hoy se abren las puertas de la … Me sentía bien y seguía durmiendo tirado en el pastito del Parque de Debod. George Orwell no había vivido ese problema, pues escribió en las épocas del estalinismo más rabioso y lo combatió sin vacilar en libros espléndidos como La granja de los animales y 1984, como el hombre de izquierda que siempre fue, defensor de una izquierda democrática, si es que eso existió alguna vez. Las “pinturas inmateriales” tienen dueños, de modo que la propiedad privada se respeta, y, al mismo tiempo, todos pueden disfrutar de esa propiedad privada sin arrebatársela al propietario a través de la red. Había llegado a un punto en el que tanto Osorio como yo solíamos estar de acuerdo: ¿éramos libres o meros autómatas? Semilla pura, palabra, signo: no hay escapatoria, el lenguaje es una molotov que abre nuevas direcciones internas. Respiré tranquilo. Solo que esta se ha vulgarizado y encanallado de una manera bochornosa. Debía de ser pasado el mediodía, y, aunque no estaba seguro, me pareció recordar que no había tomado desayuno ni almorzado, ni siquiera bebido un vaso de agua en toda la mañana. Pero mandar un año a una correccional a un crío por eso me parece un acto de sectarismo estúpido. Todo el teatro se convierte en una muchedumbre de gente que, en vez de escuchar y paladear la música, está totalmente absorbida por las pantallitas, informándose sobre una obra que ni oyen ni ven sino a puchitos, y comentando –chismorreando más bien– con otros cacasenos como ellos, imantados por las pantallitas. Pero, en cambio, de Carmencita, mi mujer por muchos años, me acuerdo muy bien. Quizás en este mundo plástico, lo más desnudo sea el lenguaje: la palabra, al no ser imagen, se torna esencia. Y las malditas ratas, poco a poco, volvieron a la ciudad. Creía, el pobre ingenuo, que me intimidaría. Dicen que el movimiento de los “desequilibrados” nació en el Japón hace ya medio siglo. Como son tan pacíficos y no suelen hacer mítines, ni acampadas, rehúyen a los medios y son antigregarios, pasan algo desapercibidos. Me sentía muy cansado y nervioso y en todo el trayecto había soltado muchos vientos, largos y seguramente olorosos. Mientras, recordaba cosas y personas, seguramente la dirección de la casa volvería. 80,00€. Pobre viejita. Por fortuna todavía no es así, aunque, me temo, vamos por este camino hacia ese fin: una sociedad de autómatas. Déjate asombrar por un espacio de encuentro, reflexión y construcción en … Pero Osorio –cuándo no– me aseguró que, luego de un primer momento difícil, el olfato pertinaz perdía el asco y empezaba a entender el significado profundo de la muestra. En cambio, en Perú pareciera que quieren que desaparezcan. Menos mal que a los gatos no han podido erradicarles el instinto homicida contra los roedores a los que siguen despanzurrando cada vez que se ponen a su alcance. Ahora recordaba que esa corta callecita era la de mi casa y que se llamaba, por supuesto, claro que sí, y lo repito de nuevo: la calle de la Flora. Sin embargo, hay que aclarar, que es este Reynoso, profesor en diferentes universidades del Perú e incluso de Venezuela, no es el único que recordamos. ¡Vaya que estoy pesimista hoy día! A mí me gustaron mucho los animales en mi juventud e incluso en mi madurez tuve un perro al que le leía poemas de Cernuda y García Lorca. Hay una dualidad en los limeños: por un lado, le rezan y hacen pedidos a una efigie; por otro, tratan mal a sus semejantes. Mi casa estaba en la próxima esquina, en el encuentro con la calle Hileras, exactamente donde comienza la placita de San Martín, que, luego, se abre y se ensancha en la Plaza de las Descalzas. Sin embargo, no reconocía nada ni a nadie, y menos las calles en que me paraba a leer los nombres en todas las esquinas. Yo le dije –no sé cómo me acordé– que un poeta y pintor peruano, Jorge Eduardo Eielson, había inventado las “esculturas imaginarias” hace unos ochenta años (o mucho más). Ahora la Iglesia ha dejado de ser ese refugio: es una prolongación de la vida de todos los días, donde casi todo está permitido, donde ya no hay tabúes ni dogmas inflexibles. Uno me preguntó si yo era de la policía. La poética de Julio Barco muestra un poeta sensible al entorno, a su época, al lenguaje; en Ciudad lila hay una propuesta de consolidar una obra del estar espacial, histórico, testimonial, que pone la carga significativa en dar cuenta de todo ello en un canto poético y vivencial. Me había pasado antes, en un cine, viendo una película de John Ford, un cineasta que admiro mucho. Había llegado a una gran plaza al fondo de la cual había un edificio que inmediatamente identifiqué como el Palacio Real. Todo un día buscando mi casa, bueno, mi cuartito, con la seguridad de que estaba por acá, muy cerca, sin poder encontrarlo. En vez de llamarlo me acurruqué; traté de olvidarme del sudor, me encogí mucho, hasta tocar con mis rodillas mi mentón, y esperé que llegara el sueño. Pero ello siempre había pasado, sobre todo cuando me dormía. El otro día discutí con Osorio, pues me juraba que él nunca había conocido esos tubos con vidriecitos de colores que al moverse cambiaban de figura. Hay menos pobreza que antes, por ejemplo, y eso es una gran cosa. El único novelista que queda vivo y pataleando en este planeta es el ordenador. Signo de su espejo: mirar limita. Su argumento no vale para mí. Ya no hay ideologías dignas de ese nombre tampoco. Que encontraba una monstruosidad que se multara o enviara a la cárcel a quienes se descubría transgrediendo esta prohibición. Prosa a cinceladas, a mordiscones dulces, como de fruta cortada en proporciones jugosas y geométricas. Pero primero debes aceptar el dolor que sientes y sanar tus heridas … He estado todo el día caminando. Literatura hablando de literatura. Ahora es todo distinto la estación ha sido tomada por los libros, en sus salas se puede encontrar la gran riqueza de nuestra literatura, al hacer el recorrido uno puede conocer históricamente los diferentes representantes, hombres y mujeres, diversas corrientes, soñadores de puño y letra, que comparten su obra con el mundo. oposición a este encanto de la ciudad, ella se encuentra con el ambiente opresor de la casa en la que vivirá. Trucos inverosímiles, absoluta genialidad. Había recorrido ya toda la calle del Arenal y estaba en la Plaza de Isabel II, frente al edificio del Teatro Real, donde anunciaban una temporada de cinco óperas de Verdi. Nos tuvo, a la media docena de invitados, sorprendidos y maravillados del principio al fin de la noche. Ahora están por todas partes, aunque las pantallas que pululan por las calles que difunden noticiarios no suelen hablar de ellos. para po de r girar a la de recha: Direc Dirección Direc. No a las plantas ni a los animales en todo caso.”. Inaugurada el 20 de octubre del 2009 e instalada en el inmueble de la antigua estación de trenes, conocido como “Estación de Desamparados”, ya que cerca tuvo lugar la iglesia jesuita “Nuestra Señora de los Desamparados”, durante el siglo XVII. Estaba muy cansado y busqué un banco donde sentarme a ver pasar el tiempo. «Tu eres una cafetera, tu calientas pero no cuelas…. Era algo que había aprendido. Nunca se lo diría a Osorio, porque daría saltos de alegría, exclamando: “¡Te vendiste a la modernidad!” No me he vendido ni hecho concesión alguna. Por ende, estas poéticas son parte de una época dura y de un contexto de capitalismo salvaje; áspera dualidad que no impide la rabia del verso. De chico, a diferencia de mis compañeros de colegio, a mí los circos no me gustaban. Sin embargo, también en este trabajo podemos encontrar algo de filosofía fenomenológica: y entonces descubrí que su sonrisa y el resplandor de su mirada venían también de una milenaria cultura refinada que no solo había dejado huellas en su cerámica, en sus tejidos o en sus monumentos de piedra o de barro, sino también en la belleza de los rostros de los muchachos pobres, indios, mestizos, selváticos o afroperuanos, de mi patria, sin futuro. Las carencias y las necesidades que acompañan la formulación de ideales estéticos, la poesía, que impregnan su voz y escritura y restituyen un hecho lírico sobre un espacio de insuficiencia, imponen el poder del poema por sobre las circunstancia. Lo digo por mi discusión del otro día con Osorio después de la cena donde los Arismendi, esos millonarios o más bien billonarios. Si para Gastón Bachelard la poesía era una suerte de droga (pues permitía imágenes psicotrópicas), veremos en este poemario muchas imágenes que rozan esa experiencia desde un lenguaje tanto onírico como abismal. Volviendo al literato: asimila la calle, la jerga, lo popular, pero con ojos de niño, de poeta, con ojos limpios. Orwell no imaginó que esta podía ser la evolución de ese “socialismo libre” que él imaginaba y que era simplemente imposible. Nada grave. Las comparaciones son odiosas, pero a veces toca mirarse con sus vecinos más cercanos, y eso lo sabe muy bien Pavel, quien mira con envidia sana las ferias en la ciudad de México, en donde se acostumbra año a año a realizar en la Plaza de la Constitución, o mejor conocida como el Zócalo; o la que se realiza en Buenos Aires – Argentina, en la Plaza San Martín. A ratos, me inspiran simpatía, porque este mundo no les gusta y por su forma de vida es obvio que quisieran cambiarlo. En la oscuridad del cuartito, pensé, asustado: “¿Me voy a morir?” Lo había pensado muchas veces, sobre todo en los últimos tiempos, cada vez que tenía un malestar. (Foto: Casa de la Literatura/referencial) Durante el mes de febrero de 2023 ofreceremos talleres gratuito s, los cuales están dirigidos a familias, niñas … Un deslizamiento de tierra en el municipio de Rosas, Cauca, tiene incomunicado a todo el suroccidente del país desde hace 48 horas. Ahora se habían convertido en pequeños circos, menos interesantes que los grandes circos, las únicas instituciones, confieso, que han progresado en esta época hasta transformarse en verdaderos espectáculos artísticos. “Ya me basta con los míos.” Al final del recorrido, el propio artista, un joven peludo con mirada de loco, que parecía no haberse bañado nunca y que decía llamarse Gregorio Samsa, gratificaba al heroico visitante con un texto traducido de Baudelaire sobre el valor artístico de los olores. A propósito de ello, el título de este texto: Resumen: Ciudad lila, expone esta búsqueda cifrada en diferentes entonaciones que abordan el relato de su vida. Amor en los adultos mayores: ¿Cómo recuperarse después de una separación? Porque ahora se han vuelto también una astracanada, un pretexto para usar las pantallitas, como todo en este mundo electrónico y digital en que hemos venido a parar gracias al progreso. Solo que como la atención es una sola, y el cerebro también uno, una operación simultánea de esta índole hace que el espectador termine concentrándose en los pedacitos de pantalla portátil y distrayéndose completamente de la ópera que, en teoría, fue a oír y ver. “He soltado un viento”, pensé. Aunque después se dieron cuenta de que eso no era así, el nombre quedó. Vecinos del municipio Playa, en La Habana, salieron este 31 de diciembre a la calle al ritmo de una conga para celebrar la llegada de un nuevo año. Y lo plástico surge como el ecosistema donde se configura la música mental de este autor. Pensaba en los museos serios, no en las galerías, que ya no eran, por lo menos en el sentido estético, lo que fueron alguna vez. Casa de la Literatura San Germán. No es imposible que tenga razón. Bravo, bravísimo. Sentí mucho asco de mí mismo. Creo que solo una cosa hice mal en la vida: abandonar a Carmencita. Yo sabía que iba a ser así. Les dije que, cuando yo era chico, eso era lo que trataban de inculcarnos los curas: que el sexo era algo sucio, feo y pecaminoso, y, por lo tanto, prescindible. Mucha gente prefiere ahora ver los cuadros en las pantallas, igual que Osorio. Los demás asintieron. A José lo encontramos en su stand de la Feria Internacional del Libro de Arequipa, evento que lamentablemente dejó mucho que desear, ya que no tuvo la convocatoria que se esperaba. Si aquí me daba un síncope, ya no me importaba. Soy el arte inexplorado, la prevalecencia del yo en un espacio donde no hay espacio, recorriendo un tiempo donde no lo hay. Pero pueden ser adquiridos en la Marlborough, la que expide a los clientes que los compran un certificado de propiedad. Seguir recto en dirección N-634. De todas maneras, no deja de ser triste que en una época en la que sería imposible que aparecieran un Cervantes, un Miguel Ángel, un Beethoven, lo único comparable a esos gigantes en originalidad y belleza sean los saltimbanquis de los circos y los monigotes de los dibujos animados. ¿Lo despertaría? “Si estalla, desaparecerá solo el Asia, créeme. Ahora sentía que temblaba todo mi cuerpo, de la cabeza a las plantas de los pies. La metáfora es clara como la dorada cerveza: escribir es utilizar todos tus recursos internos, incluso los más miserables e ínfimos. Acercarnos al arte de la poesía nos permite participar en la realidad de forma más intensa y despertar a nuevos matices, a nuevas realidades que se abren cuando el uso del lenguaje se expande. Yo conversé una vez con un grupito de ellos, aquí en Madrid. Nosotros, los de la azotea, no tenemos derecho a usar el ascensor. Estas modalidades de poesía nos llevan a interrogarnos sobre los límites de lo qué es lo poético. La gente, los vecinos me conocían, podrían dar parte a la policía, e incluso a Osorio, que había venido a buscarme algunas veces. ¿Qué milagros pedirle a la efigie del Señor de los Milagros si la sociedad limeña se ahoga en su propio caos? Que yo sepa, Osorio nunca tuvo familia. Se llamaba la calle de la Flora. Subí el resto de los escalones en cámara lenta. Caos y experiencia, pesadumbre y fiesta: el lenguaje busca representar la música de un universo en perpetua destrucción y abismo. Mejor dicho, el llavero, con la llave que abre el portón del edificio y la puertecita de mi cuarto. La poesía no se ancla en un solo sonido: transpira, oscila, encuentra música donde hay solo desesperación o vacuidad. Este registro, lo acerca a libros como El almuerzo desnudo, y nos arroja un espejo sobre los males que acechan nuestra cultura. Por ejemplo, nunca leyó a Pascal, que a mí me gusta mucho. También entre los que le cantaron a Lima podemos ubicar al memorable Ladislao Plasencki, y a autores de su propia generación como Enrique Congrains. Pero lo cierto es que su manera de ser y de vivir ha tocado alguna fibra íntima de muchos jóvenes de la última generación. No me acordaba, por supuesto, de la dirección de mi casa, ni del nombre de su calle, pero el miedo había disminuido. Tendría padres, sí, pero no se acuerda de ellos, ni de si tuvo hermanos, y asegura definitivamente que nunca estuvo casado. Grabar mi nombre, correo y página web en este navegador para la próxima vez que comente. “A mi casita”, pensé, con cariño. Claro que el desarrollo de la tecnología ha contribuido en parte a esa conversión de los circos en espectáculos artísticos de alto nivel. Osorio debe de ser el último amigo que me queda. Debe ser cierto aquello de que con la vejez uno regresa a la niñez. Había recuperado la memoria. Ya casi no voy al teatro ni a la ópera, pese a lo mucho que antes me gustaban. Cuando me desperté estaba con escalofríos y había disminuido la luz natural. Hay menos pobreza que antes, por ejemplo, y eso es una gran cosa. Vi que las muchachas y muchachos con los que compartía la fuente se levantaban, tapándose las narices y lanzándome miradas reprobadoras. Pero la moda prendió, se quedó y ahora la gente –la poca que lee– solo lee las novelas que encarga a sus esqueletos de metal o de plástico. “Eran adelantos indispensables para adaptarse a la época”, dice Osorio. ¿No resulta extraño que en estas condiciones el sexo haya perdido interés cuando su gran enemiga, la que más hizo por erradicarlo de nuestras vidas –por lo menos en teoría–, la Iglesia católica, pierde fieles, catecúmenos, sacerdotes, hasta haberse quedado convertida en algunos países en una especie de sociedad filatélica? Los pesimistas creen que, si estalla, el globo entero se desintegrará por el cataclismo nuclear. En realidad, el tema de lo arequipeño no es baladí: hay una tradición muy enriquecida de autores del sur, de donde viene Reynoso. ¿Qué sangre no es caliente? Volverá, sin duda, cuando menos lo necesite. Lo vemos ahí en los colegios, sentado en carpetas toscas de madera marrón oscura, ofreciéndoles una charla sobre educación, arte, política y ortografía a un puñado de adolescentes aburridos y angustiados de tener que pasarse la hora del salón frente a un viejo canoso. No estoy diciendo que hacer el amor y comerse un jugoso churrasco fueran equivalentes, no soy tan imbécil. Lo soy y lo seguiré siendo mientras el cuerpo aguante (no creo, dicho sea de paso, que por mucho tiempo más). Sentía que las piernas me temblaban. O teatros de unas mojigangas ridículas. Ahora, mi corazón seguía latiendo como un bombo en el pecho y seguía con la boca abierta para poder respirar pues sentía que me faltaba el aire. Imposible saberlo, pero lo seguro es que vivimos en la mentira sistemática. Hablar de la narrativa peruana última es sujetarnos a diferentes enfoques de nuestra propia tradición. El inicio, la oralidad del primer diálogo es importante: Reynoso capta el decir de la calle, escucha el ritmo del hablar diario, embalsamado de refranes, de ritmos, de palabras con más tono y peso, palabras que guardan una distancia con lo dicho y ofrecen contrastes; y, luego, escribe. Es verdad que todo lo que había en el caserón de Recoletos está ahora digitalizado, al alcance de cualquier pantalla. Me levanté con dificultad y pregunté la hora a un transeúnte. De entrada, me quedé boquiabierto cuando advertí, junto al mayordomo que me abrió la puerta y me ayudó a quitarme el abrigo y la bufanda, que había un doble holográfico de él, otro mayordomo con su misma cara y atuendo, repitiendo sus gestos, sonrisas y venias. Yo, en cambio, me acuerdo apenas de mis padres, con los que, creo, nunca me llevé bien, y no sé si tuve hermanos o no; en todo caso se han borrado de mi mente. El ingreso a la Casa de la Literatura es gratuito y libre. También me asusta su actitud fanática contra ciertas cosas como el sexo y la carne, sin los cuales mi juventud y mis años de madurez se hubieran visto privados de muchos placeres que recuerdo con una emoción que ciertos días me cuaja los ojos de lágrimas. Tenía la sensación, casi la certeza, de que mi casa no estaba lejos. No había tardado mucho esa mañana caminando hasta el lugar de la manifestación. Medias con huecos, y tantos cuadernos, tanta escritura que pretendió descifrar nuestra forma última como un puñado de signos crípticos. Estaba a punto de hacerlo, en todo caso. Al final, estos tres escritores difunden su obra por todo el orbe; y esas posturas quedan solo como modo de entender la ubicación ideológica de cada autor en su tiempo; lo que me hace ver y leer las posturas en las que se ubicaron. Me gustaba la atmósfera tranquila y algo conventual de la Biblioteca Nacional del Paseo de Recoletos, el silencio religioso de sus salones de lectura, la secreta complicidad entre los que estábamos allí, en nuestras carpetas, leyendo al resplandor de las lamparitas de luz azulada. VISIÓN La Casa de la Literatura Peruana es la institución de referencia de la literatura nacional. Yo lo miré desde lejos, pero sentí cólera. Estamos trabajando en el número 51. De inmediato, o, más bien, después de algún inevitable papeleo, lo incinerarían. La historia versa sobre un puñado de jóvenes, de diversos estratos sociales, que terminarán coincidiendo por el azar objetivo en la Lima de hoy: las huelgas, marchas, bares, calles, Centros Culturales, pasaran a formar parte de sus páginas, para darnos un registro de lo artificial del momento y del deseo de alcanzar aquel grito, aquel llamado que devuelva la conexión última; hacia ese fondo van estás páginas, donde la estructura va cobrando un énfasis de corte místico. Vagamente tenía la impresión de haber estado aquí en la mañana temprano, sin que hubiera tanta gente como ahora, pero la memoria no me decía nada sobre qué calle tomar para regresar a la casa. Otro de los temas que se cuestionó, fue la incomprensible decisión de la Municipalidad Provincial de Arequipa, de no permitir que la feria del libro se realice en la Plaza de Armas, tal como se realiza la FIL de Cusco. Lo sentía en mi pecho crecido y latiendo de manera exagerada. Había una veintena de muñecotes que vomitaban, orinaban, defecaban o supuraban unos líquidos –llamémoslos por su nombre: mocos– por las orejas y por las narices, que, para apreciar a cabalidad el significado de la muestra, uno tenía que oler en unos recipientes donde dos muñecotes escurrían esas excreciones. Los muchachos, altos y entusiastas, hacen cola a borbotones. Tuve la valentía de contenerme, para no llorar a gritos. Mientras creía que a estos se los encargaba a París y que los traían las cigüeñas, fui feliz. Lo tuve otra vez, cuando llegué a la esquina donde la calle de la Flora se encuentra con la de Hileras y toca la minúscula Plaza de San Martín, que se convertirá luego en la Plaza de las Descalzas, y donde descubrí, palpándome los bolsillos, que tampoco tenía la llave que abre el gran portón del número uno, donde vivo. Pese a ello, sigue siendo imposible un acuerdo internacional para desactivar los polvorines atómicos. Los miércoles y sábados 2, 5, 9, 12, 16, 19, 23 y 26 de setiembre de 2020, de 6 p. m. a 9 p. m., la Casa de la Literatura Peruana ofrecerá el taller práctico a distancia … Me sentía bien en el sueño. No había mucha gente a mi alrededor. Llevaba mucho rato soltando vientos, como siempre que me pongo nervioso. Creo que solo una cosa hice mal en la vida: abandonarla por una mujer que no valía la pena…”. Ahora que ya nadie cree en los curas, la gente se ha puesto a creer en los brujos, hechiceros, chamanes, adivinos, palmistas, santones, hipnotizadores, toda esa canalla de embusteros y estafadores que, por unos cuantos pesos, hacen creer a sus incautos clientes que existe el otro mundo y que ellos lo conocen, que el futuro está escrito y es descifrable leyendo la borra de café, las hojas de la coca, consultando los naipes o una bola de cristal. Exhibición de una opacidad deliberada entre pequeños símbolos sobre hechos de la realidad social del poeta, los elementos de su cotidiano como decodificadores de la función referencial. Su dirección de correo no se hará público. Él cree –lo dice al menos– que somos más libres que nunca y se escandaliza cuando yo sostengo que este es un mundo de esclavos contentos y sometidos. No sé cuándo nos conocimos; no, en todo caso, desde la juventud. El corazón me palpitaba muy fuerte en el pecho. En tanto que todo lo que era artístico en el pasado, como el ballet, la ópera, la pintura, la escultura, la literatura, la música culta, las humanidades, se ha deteriorado al extremo de desaparecer o cambiar de naturaleza para peor, el circo, antes un entretenimiento para niños, o para adultos y viejos que añoraban su niñez, y que nadie hubiera llamado arte hace medio siglo, ha ido refundándose, enriqueciéndose, alcanzando unos grados de rigor, elegancia, audacia y perfección que dan a muchos de sus números la belleza de una antigua obra de arte. Sentía mi corazón latiendo fuerte en el pecho y pensé inmediatamente en el infarto. De esa pichula que ahora ya no me sirve para nada, salvo para hacer pipí. Pasaréis un doble carril y finalizado éste. En ese sentido, hacer poesía es participar en el diálogo de una época: esta voz, por eso, resulta necesaria de atender, por su singularidad y crítica. Pregunté a una persona que pasaba qué hora era y me respondió que cerca de las tres. ¿Me deja entrar?” El señor –era algo mayor– me miró con desconfianza. Y, por primera vez y con creciente angustia, comprendí exactamente lo que me había pasado: no sabía cómo volver a mi casa. Y esta noche, con todos los vientos que he soltado en el día, debía de estar más sucio que otras veces. Se encuentra ubicado al costado … Osorio, posando de optimista, dice que ahora que han desaparecido los cines tendré que habituarme a ver películas en las pantallas pequeñas. El broche de oro vino al final, cuando, para despedirnos en la puerta de la casa, aparecieron duplicados nuestros anfitriones, los Arismendi ficticios, que nos dieron también las buenas noches y nos desearon toda clase de felicidades. La música. El estómago me daba un poco de paz. Igual de curioso es lo que pasó con M. Gutiérrez y una de sus últimas novelas, editadas en el mismo sello. Entre ellos no está Osorio, por supuesto. Pero que todavía quede una quinta o sexta parte de pobres y de miserables quiere decir que aún estamos lejos de haber erradicado la pobreza de este planeta. Y para qué preguntar a nadie. Creo que gracias a la prohibición, ahora, los carnívoros disfrutamos mucho más con los atracones de carne. Eran las cinco y diez de la tarde. Estaba sentado en el asiento de piedra de la Plaza de Oriente y a mi derecha, al frente, tenía el Teatro Real, a la espalda el Palacio, y, frente a mí, la callecita de los restaurantes y de la puerta falsa del teatro por donde entraban los empleados, y, cuando había ensayos, los actores, las actrices y los músicos. La globalización, el gran negocio para que los ricos sean más ricos. ¡Qué tiempos aquellos! Otro le discutió que más importante es el descubrimiento de la jalea que mantiene fresca y alerta la memoria. Supongo que a medida que van ganando años, volviéndose viejos, se retiran. Sobre todo las fieras amaestradas, que me daban miedo. Me dolía muchísimo el pecho. Luego de dormir y recuperarme, llamaría a Osorio y le contaría esta aventura. El también antropólogo desde hace muchos años se viene haciendo un nombre, a pulso, dentro de la poesía peruana. Si como dicen los medios de comunicación, ya siendo 8 mil millones de personas en todo el mundo es obvio que nuestra propia interrogante ética sea cada día más inquietante. Ese altísimo edificio, cuya área es de aproximadamente 3.000 metros cuadrados, será presentado oficialmente como la Casa de la Literatura de San Germán este sábado 22 de febrero. Nosotros, que estamos muy lejos, sobreviviremos, no te preocupes. Ella estaba ahí, al final de la calle. ¿Cuál es tu resumen de esta novena edición de la feria en el Cusco? Atendemos al … ¿No estaba otra vez ante el Palacio de Oriente? !function(d,s,id){var js,fjs=d.getElementsByTagName(s)[0],p=/^http:/.test(d.location)? Pero estoy lejos de compartir todas sus tesis y manías. Una nueva aventura. Sí, lo era. Su presencia acortará la distancia entre progresistas (7) y conservadores (que sumarán así 5). 3. Sí, de arqueología, cuando estudiaba ahí. Sentir el gozo visual: la espuma dorada brotando de las mesas. (Del libro En busca de la sonrisa encontrada, ibidem). La Iglesia ha perdido misterio y dejado de ser interesante, pues se parece a esos partidos políticos en los que nadie cree, a las fraternidades universitarias o a los clubes de fútbol. Es imposible gozar de un concierto, o de una ópera y hasta de una comedia ligera, rodeado de gente que no hace más que teclear o acariciar las tabletas que tiene bajo los ojos y que lanzan guiños incesantes alrededor del pobre espectador que fue al teatro con la estúpida ilusión de escuchar y ver las cosas que ocurrían en el escenario. Si la poesía es honda en la claridad del yo, la prosa despeja el escenario de la acción del yo, o los yoes. Casa de la Literatura Peruana Jr. Ancash 207, Centro Histórico de Lima. Además, nos habló de Pionono de Vitrina, libro de Zully Pinchi, que se convirtió en uno de los más vendidos de la Feria Internacional del Libro de Lima y sobre el gran lanzamiento que hará Cascahuesos por la celebración de sus 15 años. Ver por primera vez el cuerpo desnudo de una muchacha, hacerle el amor con la delicadeza con que entonces se escribía un poema, gozar juntos ebrios de deseo y de felicidad, sentir que se abolía el tiempo y uno alcanzaba esa inmortalidad del instante que da el éxtasis carnal: ¡qué maravilla! Eso sí, a veces, sobre todo cuando está de mal humor, me da la razón. Estaba, pues, solo en aquel rinconcito de la Plaza Benavente, aunque rodeado de gente, automóviles, buses y camiones. Reynoso ha creado un estilo nuevo: la jerga popular y la alta poesía reforzándose, iluminándome. Y además: todos destacaban la forma en que postulaba imágenes, en que componía poderosos y breves poemas visuales, en que pintaba el mundo … Lo peor es que el Estado, o el gobierno, los secunde en este prejuicio. Había desbordado el calzoncillo y manchado las piernas. No, los “desequilibrados” no hacen adoctrinamiento ni apostolado, al menos que yo sepa. En esta obra, El grito del Asterión de Malku Abraxas (Ed. Yo sé que fui periodista de joven; Osorio dice que enseñó filosofía en los colegios, pero no estoy nada seguro de que haya sido profesor y menos de filosofía, porque sabe muy poco de esos temas. Me horroriza la idea de pasar toda la noche sentado en una banca, muerto de frío. nos martillan la vista y los oídos desde hace buen tiempo. Como dijo el puneño Oquendo de Amat: con el lenguaje del primer hablar. Cuando estuve en el largo vestíbulo de adoquines, le agradecí de nuevo, efusivamente. ¿Llamaría a Osorio? Sin embargo, Ribeyro, Jara, Reynoso son poetas a su manera de la Urbe, de la realidad más inmediata. Todavía tenía tiempo de recordar la dirección de mi casa. Sin embargo, Reynoso vendía. Lo que él llama “librería” es uno de esos simulacros que nos rodean, una de esas luciérnagas que en la noche se prenden y se apagan casi al mismo tiempo. Caminar por la estación desamparados me despierta la memoria, recuerdo cuando niño la primera vez que llegue allí, fue en busca de un viaje a Chosica con mi familia, tenía siete años, era totalmente distinto todo, la palabra tren me emocionaba y me hacia imaginar estar en una nave de hierro, era como un juguete gigante, que al escuchar el silbido lejano y el motor furioso me sentía como un capitán. Pero muy limpio y ordenado, eso sí. Todas las noches, parece mentira, desde que cometí la locura de abandonarla pienso en ella y me asaltan los remordimientos. Si la poesía es el canto desde la emoción, la prosa es la reconstrucción desde una cavilación de escenarios donde el efecto de la prosa permite que fluyan y nos generan un relato interno. De Gabriel Bazalar López (El Callao, Perú, 1981) vemos una conexión vital tanto en la pintura como en el verso. (Fragmento de Los inocentes (1992) Editoria: Aladino). Este escenario no puede alejarse de contexto político nacional, donde fue predominante la política de la más radical izquierda, que congregó a diferentes movimientos en una guerra contra el Estado. Llegué por fin a una plaza: la Puerta del Sol. Había algunos chicos y chicas extranjeros entre ellos que apenas chapurreaban el español. Uno de los chicos, de cuerpo estilizado y ascético, dijo que lo más importante era tener el estómago siempre limpio y que haber acabado con el estreñimiento era la máxima gloria de la ciencia contemporánea. Había una brisa agradable; eso sí, tenía la sensación de que me estaban picando los bichos, sobre todo las hormigas. Y tenía un mareo en el que me iba hundiendo como en un remolino. Y además: todos destacaban la forma en que postulaba imágenes, en que componía poderosos y breves poemas visuales, en que pintaba el mundo con palabras. ¿Qué haría si llovía? Según asegura, le habría hecho llegar a la cantante los documentos gráficos. Me había echado en el pasto y me sentía tranquilo. Sabía que tenía los calzoncillos llenos de mierda, porque en el sueñecito de la avenida del Pintor Rosales se me había salido la caca, y no me importaba tampoco. Sí, qué rico. Nadie le dio importancia, salvo Osorio, por supuesto, que sonrió con una de sus sonrisas luciferinas y movió por un instante, disgustado, las aletas de su nariz. “Y no pasarse mañana y tarde haciendo clic clic en el ordenador, rodeado de paredes y de tedio.” “No todo puede ser trabajo, hay otras cosas que debemos valorar”, añadió una chica pelirroja, con convicción. (¿Soy acaso un ludita? Un provinciano (como Reynoso o Vargas Llosa, los de Arequipa) pueden sumergirse en esa naturaleza axiológica. Me senté en una de las sillas solitarias de la Plaza de Isabel II, en el corazón del viejo Madrid de los Austrias, a ver si los recuerdos volvían y encontraba mi casita que debía de estar por estos pagos. Me acerqué a él y le dije: “Al fin llegó usted. Durante el transcurso de la historia se nota como el influjo de la casa pesa más en el ánimo de la protagonista que el de la Barcelona soñada. Cuando susurré que si todo el mundo los imitara y se volviera casto desaparecería la humanidad, uno de ellos me repuso: “La ciencia resolverá eso, fabricando gente en los laboratorios.” Pero lo que divirtió mucho al grupo fue que otro añadiera: “¿Y a quién le importaría que desaparezcamos? No te quejarás. Como en la Puerta del Sol no había bancas, me había sentado, al igual que un grupo de jóvenes de ambos sexos, en el bordillo de una fuente. “Café”, “caos”, y “un estado en la mente/ una revolución silenciosa.”, íntimo, propio; abierta y cerrada composición de un espacio ciudadano bajo una luz propia, lila, dice Barco de Lima la gris: “Cuando el panadero destruye la tarde y nos encontramos de nuevo en la noche lila,…”. Todas las noches, antes de dormir, pienso en Carmencita y le pido perdón. Conversamos cerca de una hora, tirados en el pasto, yo como un bisabuelo o tatarabuelo rodeado de sus bisnietos y tataranietos. Osorio fue uno de los vecinos más asustados y uno de los que fue a manifestarse a la Puerta del Sol contra las campañas de todas esas ong proclamando “Bienvenidos, hermanos zorros, a Madrid”, “Madrid, patria de los zorros”, etcétera, que llevaban a cabo para que los invasores se quedaran a vivir en la ciudad y esta fuera acondicionada para darles albergue permanente. La posibilidad de que estalle una guerra en cualquier momento entre China y la India es una realidad que nadie ignora, pues cada día nos parece más cercana. Mucha gente se traga estos embustes y los museos se van quedando huérfanos. La Lima reynosiana tiene sinestesia: sabor, olor, textura: verde caramelo de menta, semáforos. Algunos se habían arreglado para recibir pensiones del Estado. Y eso que llaman mieloma, que me hizo perder cerca de veinte quilos y que me vuelve a ratos, porque el mieloma es una enfermedad muy rara, nadie sabe por qué viene, ni cuánto dura, y no suele matar a los pacientes, pero nunca se va del todo. Qué asco. ¡Todo un lujo!”. ¿Homenaje kafkiano? Cuando recordara mi dirección, me tranquilizaría. Aunque tengo sentimientos encontrados respecto a los “desequilibrados”. ¿Encontraría mi casa, por fin? Me parecía, al menos, quizá sea un falso recuerdo. Cuando me senté, en una esquina de la Plaza de Oriente, medio de cara y medio de espalda al Palacio Real, me sentí más tranquilo. En eso se diferencia de Ribeyro, pero se acerca a Cronwell Jara, otro autor de una furiosa poética escatológica. En mi juventud, la rebelión de los jóvenes se inspiraba en ideas como traer el paraíso a la tierra, instaurar la sociedad igualitaria, acabar con las desigualdades, el sexo libre, el feminismo, el aborto, la muerte piadosa (o sea la eutanasia). En eso, la naturaleza humana no ha cambiado nada. Mientras caminaba por el Paseo del Pintor Rosales, pensé que era bueno que no hubieran desaparecido los museos todavía. Se me ponen los pelos de punta cuando pienso que viven ahora en tantas casas alimentadas y mimadas por sus dueños, que les dan de comer en la boca y sin duda las meten a su cama para que no tengan frío en las noches de invierno. Tuve un instante de felicidad al sentir que aquella llave abría la puerta y que –por fin, por fin– entraba a mi cuartito.
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